Así que las especies no están adaptadas a una selva, a una sabana, a una tundra y mucho menos al agua o al aire. Lo están a sus respectivos nichos ecológicos, o dicho en términos más clásicos, al lugar que cada una de ellas ocupa en la economía de la naturaleza. En nuestro caso, un ser humano está bien adaptado... a ser humano. (J.L. Arsuaga)
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